Marcos López: Elogio del desvarío

10 marzo 2013 § 3 comentarios


Ficha:

Debut y Despedida,

antológica de Marcos López

CC Recoleta, sala Cronopios

Junín 1930

De martes a viernes, de 14 a 21

y sábados y domingos, de 12 a 21.

Gratis

 

El eslogan tiene una virtud esencial: permite resumir en una frase muy breve una idea compleja. El drama es que al triunfar el eslogan fracasa la inteligencia. En su mismo éxito está su derrota: al condensar al extremo una multitud de sentidos en aquel que parece más importante, termina ofreciendo una imagen simplista de una estructura sofisticada que presenta múltiples facetas. Si uno dice “Warhol”, por ejemplo, inmediatamente acude a la mente la palabra “Pop”. Pero la suma de Warhol+Pop no suele significar nada de lo que la vida y la obra de Warhol produjeron, sino una mitología que ha surgido del lugar común Warhol+Pop, y que puede resumirse en una interminable fiesta en una discoteca, llena de estrellas de Hollywood. Esa imagen no se corresponde para nada con el arte de Warhol, que es una indagación trágica sobre la muerte; un intento de transformar el absurdo de haber nacido en un signo sin significante vacío. Algo similar sucede con Marcos López y Pop latino, tal como se puede ver en su gran muestra antológica Debut y despedida.

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Marcos deliró: llevó el extremo barroquismo que han alcanzado sus obras a la propia curaduría de la muestra en la que esas obras se exhiben. Debut y despedida, más que una muestra, es una obra. Gigante, explosiva, inclusiva, divertida, terrible, hermosa e incompresible en su sencillez poética, pero una obra única: una performance en proceso de construcción y disolución. Creo que Marcos logró hacer lo que ya venía haciendo, pero ahora en una escala a la medida de su deseo: enorme, multiforme, deforme.

Lo conocí a comienzos de los 80, cuando fotografiaba en blanco y negro imágenes documentales. Imágenes que registraban su amor constante por América latina, la cultura popular y los seres que la vida arroja a los márgenes vibrantes de la existencia. Desde el comienzo también fue un gran retratista (quizá el más grande que ha dado América del Sur en el último medio siglo). Es capaz de establecer con el retratado una empatía extrema que se conjuga con su capacidad, también extrema, de distanciarse emocionalmente de lo que lo conmueve hasta las lágrimas. Marcos es, a la vez, un ser que vive en carne viva cada una de las situaciones que enfrenta y un frío entomólogo que diseca con maestría a los seres que su ojo capta.

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En Debut y despedida casi no hay fotos de los años iniciales: apenas un desnudo de Liliana Maresca y alguna foto familiar, incluida en una instalación. En realidad, en esta muestra no hay obras anteriores de Marcos (de ninguna época) aunque está montada en base a muchas de sus obras icónicas. Como la muestra es una instalación-performance (una obra en sí), las “obras” individuales que se pueden distinguir aparecen como fragmentos o semillas de sentido del conjunto.

Aquí y allá en la muestra se destacan ciertas constelaciones mayores. Por ejemplo, esa instalación que reúne al yaguareté que Marcos le compró a una artesana de la Mesopotamia (montado sobre tierra roja de Misiones) y el tigre de Mumbai, enterrado en tierra negra. Entre ambos felinos se realiza una transfusión, en la que el animal americano le dona su sangre al asiático para sacarlo del pozo existencial en el que ha caído. Pero esas constelaciones (que funcionan, a su vez, como obras independientes) adquieren un significado mayor al interactuar con el resto: que es el universo Marcos López en estado de rojo incandescente.

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“El universo Marcos López en estado incandescente” podría ser un título alternativo a Debut y despedida. Y quizás un título más ajustado a lo que vemos. Es un universo íntimo, a escala de museo, pero es gigantesco y en desarrollo. Formado de constelaciones, que son condensaciones parciales, provisorias, de energía. Marcos funciona como una especie de manosanta que distribuye la carga energética; creando diversos sentidos (siempre poéticos, nunca argumentativos). A pesar de la potente impronta visual de su obra, la fuerza esencial de la misma es invisible: tiene la cualidad viscosa del amor.

Dos videos (que están montados como si fueran las ventanas de una casilla en la Villa 31) crean una visión alucinógena de la explosión urbana. Detrás de un cartel que ironiza sobre las frases en inglés con las que se vende el “arte internacinal que no dice nada” duerme un homeless. Además de un gran mural-collage que recoge muchas de sus imágenes icónicas, Debut y despedida presenta los “escenarios” en los que esas fotos fueron (o pudieron ser) tomadas. Allí está la casita soñada, con el Sireno que se riega con una manguera en un estanque que apenas logra contenerlo.

Las fotografías que Marcos presentó en los últimos cinco años se muestran “montadas” en el conjunto conceptual que las contenía: por ejemplo, el falso David Hockney (una reproducción realizada por Marcos de su pintor favorito), rodeada por un empapelado y conteniendo, al extenderse, la reproducción del cuadro y su retrato de Rafael Spregelburd en estilo Hockney. Todo está mezclado con todo: la Inca Kola (que es logo de Pop latino) tiene un fondo de Lichenstein.

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Por primera vez, Marcos muestra los afiches de museos que intervino. En la serie que está al comienzo de la muestra se puede apreciar una relación más conceptual y consciente entre la intervención que Marcos realiza y el tema del afiche. En la serie que se encuentra en la parte posterior, lo que determina la intervención es la imagen, no el sentido. Esa apuesta al desvarío, al dejarse llevar por la rima visual, produce sentidos más enérgicos, menos previsibles. Señalan más claramente ese elemento esencial que marca a fuego toda la muestra-instalación-performance: animarse al error. El coraje de fallar.

Cada una de las constelaciones de este universo en expansión funcionan como partes de un sistema que nunca termina de resumirse en un sentido único. Esas constelaciones toman la forma de un ekeko gigante, que está a punto de saltar sobre una pelopincho de la abundancia (repleta de falsos billetes). También se condensan en la pintura gigante que homenajea al muralismo mexicano, con sus fuerzas del bien y del mal luchando por el presente y futuro de América latina. Además, esas constelaciones ironizan, como en esa la publicidad de Easy transformada en una obra tan conceptualmente vacía (y, por eso, cargadísima de sentido) o esos carteles en inglés, que recogen frases que impone la creatividad de las agencias publicitarias: The Power of Ideas, por ejemplo, que retrata la mentalidad del subordinado -que cree que, por hablar como el amo, se ha transformado en amo-.

Debut y despedida es una muestra antológica que recoge buena parte de la obra de un artista genial. Pero es mucho más que eso: es una invitación a ver lo maravilloso que es nuestro mundo cuando cuando nos arriesgamos al desvarío.

Recuadro:

Debut y despedida es una gran obra conceptual que está conformada por muchas obras individuales, casi todas ellas intervenidas por trazos, fragmentos o citas de otras obras. Es una especie de puesta en abismo del abismo mismo. Para realizar esta tarea Marcos López contó con el apoyo en la curaduría y dirección de arte de Nadia Kossowski y Yanina Moroni. También invitó a participar a un grupo de artistas, que realizaron alguna de las obras exhibidas. Ellos son: Elba Bairon, Paola Balario, Luis Gaspardo, Lu.Cu.Ma., Yanina Moroni, Ruta Mare, Marcelo Saraceno y Miguel Valverde.

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¿Quién es el autor de una obra de arte contemporáneo? El mercado responde: el que la firma y cobra el cheque. Pero para el arte el tema es mucho más complejo: no hay obra individual (y, a la vez, no hay obra valiosa que no sea “individual”). Toda obra remite a un contexto cultural y un conjunto de referencias, citas y apropiaciones que hacen casi imposible descubrir lo personal en la obra individual (salvo que uno carezca casi completamente de referencias culturales). Podría decirse que hoy está muy claro que lo más propio de cada artista es la forma en que se deja influenciar y modificar por las obras de los otros. En Debut y despedida, esta cuestión de la autoría, las influencias, las citas, los homenajes y las colaboraciones explícitas está llevado (como en todo lo que hace Marcos López) al extremo.

Desde sus inicios, Marcos ha borrado los límites entre arte y artesanía, entre popular y culto, entre realidad y construcción ficcional y entre propio y ajeno. No es extraño, entonces, que en Debut y despedida esas fronteras lábiles hayan desaparecido casi totalmente: si persiste alguna débil traza es para mejor señalar su borradura.

 (este artículo fue publicado en el diario Perfil el domingo 10 de marzo de 2013)

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